Sigmund Freuda (Príbor, 6 de mayo de 1856-Londres, 23 de septiembre de 1939) fue un médico neurólogo austriaco de origen judío, padre del psicoanálisis y una de las mayores figuras intelectuales del siglo XX.2
Su interés científico inicial como investigador se centró en el campo de la neurología, derivando progresivamente hacia la vertiente psicológica de las afecciones mentales, investigaciones de las que daría cuenta en la casuística de su consultorio privado. Estudió en París, con el neurólogo francés Jean-Martin Charcot, las aplicaciones de la hipnosis en el tratamiento de la histeria. De vuelta a la ciudad de Viena y en colaboración con Josef Breuer desarrolló el método catártico. Paulatinamente, reemplazó tanto la sugestión hipnótica como el método catártico por la asociación libre y la interpretación de los sueños.3 De igual modo, la búsqueda inicial centrada en la rememoración de los traumas psicógenos como productores de síntomas fue abriendo paso al desarrollo de una teoría etiológica de las neurosis más diferenciada. Todo esto se convirtió en el punto de partida del psicoanálisis, al que se dedicó ininterrumpidamente el resto de su vida.
a lo largo de su carrera Freud intentó encontrar patrones de represión entre sus pacientes que derivasen en un modelo general para la mente, observó que sus distintos pacientes reprimían hechos diferentes. Además, advirtió que el proceso de la represión es en sí mismo un acto no consciente (es decir, no ocurriría a través de la intención de los pensamientos o sentimientos conscientes).
Freud buscó una explicación a la forma de operar de la mente. Propuso una estructura de la misma dividida en tres partes: el ello, el yo y el superyó (véase ello, yo y superyó):
- El ello representa las pulsiones o impulsos primigenios. Según Freud, constituye el motor del pensamiento y el comportamiento humano. Contiene nuestros deseos de gratificación más primitivos.
- El superyó, la parte que contrarresta al ello, representa los pensamientos morales y éticos.
- El yo permanece entre ambos. Actúa mediando entre nuestras necesidades primitivas y nuestras creencias éticas y morales. No es sinónimo de la consciencia (existen partes del yo que son inconscientes). Un yo saludable proporciona la habilidad para adaptarse a la realidad e interactuar con el mundo exterior de una manera que represente el mejor compromiso entre los deseos y mociones pulsionales del ello y las demandas restrictivas o punitivas provenientes del superyó.
Freud estaba especialmente interesado en la dinámica de estas tres partes de la mente. Argumentó que esa relación está influenciada por factores o energías innatos, que llamó pulsiones. Describió dos pulsiones antagónicas:
- Eros o pulsión de vida, una pulsión sexual tendente a preservar la vida.
- Tánatos o pulsión de muerte. Representa una moción agresiva, aunque a veces se resuelve en una pulsión que nos induce a volver a un estado de calma, principio de nirvana o no existencia, que basó en sus estudios sobre protozoos (Más allá del principio de placer).
Freud también sostuvo que la libido madura en los individuos por medio del cambio de su objeto. Argumentó que la sexualidad infantil es «polimórficamente perversa», en el sentido de que una gran variedad de objetos pueden ser una fuente de placer. Conforme las personas se desarrollan, se fijan sobre diferentes objetos específicos en distintas fases:
- Fase oral, ejemplificada por el placer de los bebés en la lactancia.
- Fase anal, ejemplificada por el placer de los niños al controlar sus esfínteres.
- Fase fálica. Propuso que llega un momento en que los niños pasan a una fase donde se fijan en el progenitor de sexo opuesto (complejo de Edipo). Desarrolló un modelo que explica la forma en que este patrón encaja en el desarrollo de la dinámica de la mente. Cada fase es una progresión hacia la madurez sexual, caracterizada por un fuerte yo, y la habilidad para retardar la necesidad de gratificaciones.
- Período de latencia, en que se desarrollan fuerzas psíquicas que inhiben el impulso sexual y reducen su dirección.
- Fase genital, surge en la adolescencia, cuando maduran los órganos genitales. Surgen los deseos sexuales y agresivos.
El modelo psicosexual que desarrolló Freud se ha criticado desde diferentes frentes. Algunos han atacado su afirmación sobre la existencia de una sexualidad infantil (e implícitamente la expansión que hizo en la noción de sexualidad). Otros autores, en cambio, consideran que no amplió los conocimientos sobre sexualidad (que tenían antecedentes en la psiquiatría y la filosofía de autores como Schopenhauer), sino que «neurotizó» la sexualidad al relacionarla con conceptos como incesto, perversión y trastornos mentales. Ciencias como la antropología y la sociología argumentan que el patrón de desarrollo propuesto por Freud no es universal ni necesario en el desarrollo de la salud mental, calificándolo de etnocéntrico por omitir determinantes socio-culturales.